Situado en el centro-oeste de la provincia de La Rioja, el Parque Nacional Talampaya es un fiel testimonio de la actividad tectonica de millones de años, sumado la erosión del agua y el viento con un clima desértico, que han creado este fabuloso escenario natural para la exploración, el turismo alternativo, safari fotográfico.
Declarado parque nacional en 1975 para proteger importantes yacimientos arqueológicos y paleontológicos de la zona, el Parque abarca una superficie de 215.000 hectáreas, donde se destacan como atractivos panorámicos sus grandiosos farallones rojizos del monumental Cañón del Talampaya, y la variedad de formas fantásticas producidas por la erosión, entre las que se destacan la denominada “Ciudad Perdida”, cuyas geoformas y bellezas panorámicas son realmente espectaculares.
La vegetación del Parque es rala y achaparrada, encontrándose entre otras especies la jarilla, el retamo, la chilca, la verdolaga, la brea que es un pequeño árbol que en primavera aparece cubierto de hermosas flores amarillas, bosques de algarrobo, etc. En su fauna encontramos una importante avifauna, con chuñas de patas negras, calandrias, en los farallones aves rapaces como el águila mora, el cóndor andino, el halcón peregrino.
El Parque Nacional Talampaya junto al vecino Parque Natural de Ischigualasto en San Juan, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ya que albergan el conjunto continental de fósiles más completo del mundo correspondientes al Triásico, el periodo geológico que se inició unos 245 millones de años antes de nuestra era y finalizó unos 37 millones de años después.
Los fósiles comprenden una amplia gama de antepasados de mamíferos, así como vestigios de dinosaurios y plantas, que ilustran la evolución de los vertebrados y las características de los paleoambientes del período Triásico. Otro atractivo del Talampaya son los petroglifos realizados sobre los paredones y las grandes rocas por distintas culturas aborígenes que habitaron el lugar entre los años 120 y 1180 d.C.
El arte rupestre desarrollado en el Talampaya constituye una de las manifestaciones indígenas de mayor valor en Argentina, donde los grabados existentes en las rocas representan figuras antropomorfas y zoomorfas y abstractas con formas geométricas, como ñandúes, felinos y diversos signos y figuras aún no interpretadas. En la zona también se hallaron restos de viviendas y de muros de piedra, fragmentos de barro cocido y material lítico proveniente de la confección de elementos de roca.