Ir al contenido principal

Purmamarca en la Quebrada de Huamahuaca


Un viaje a Purmamarca significa conocer uno de los paisajes más nobles que nos ofrece el noroeste argentino. Esta pintoresca localidad, ideal para una escapada, se localiza en el departamento de Tumbaya en la provincia de Jujuy. Este pueblo argentino data del siglo XVII, cuando formaba parte del denominado “Camino del Inca”.


Su nombre Purmamarca en lengua quecha significa “pueblo del León”. Purmamarca se halla emplazado en la quebrada del mismo nombre, rodeado por sierras multicolores que se distribuyen en abanicos, y donde se destaca el Cerro de Siete Colores, la bella postal que representa a este pintoresco poblado donde reina la tranquilidad.

Otros elementos que conforma su típico paisaje son las plantas de cardones que decoran los cerros y le otorgan características propias a esta región de Argentina.

Su pequeña capilla donde se venera a Santa Rosa de Lima es una construcción rústica que se caracteriza por los elementos utilizados, donde sus muros son de adobe, con techos de cardón y una torre campanario. En su interior guarda un valioso tesoro comprendido por pinturas de la escuela cuzqueña y objetos de valor artístico.

El pueblo de Purmamarca guarda un ferviente sentido religioso, celebrando en el mes de agosto la Fiesta Patronal con actos religiosos, danzas del samilante, sikuris y misachicos con acompañamiento de instrumentos musicales como el erke y el bombo.

En Purmamarca podemos realizar distintas excursiones en vehículos 4x4, que nos permite conocer su bellísimo entorno paisajístico. Asimismo, podemos disfrutar de cabalgatas, trekking, senderismo, etc.

Entradas populares de este blog

Ponchos argentinos

Los ponchos están relacionados con las prendas del gaucho de antaño, y que hoy seguimos manteniendo como prenda tradicional en los pueblos rurales, como abrigo de campo y también por quienes amamos las costumbres campestres. También se puede observar el uso de esta prenda criolla en conjuntos de la música folclórica, en cantantes y sus integrantes músicos. El poncho es un abrigo de diseño sencillo, consistente en un trozo rectangular de tela pesada y gruesa, en cuyo centro se ha practicado un agujero para introducir la cabeza. La tela se deja caer sobre el cuerpo, disponiendo los extremos de manera que permite mover con facilidad los brazos. En Argentina se utilizan también los ponchos de diseño de guarda atada, imprescindibles en lo que se refiere a diseño y cultura tradicional. Estos se realizan con guardas pampa o mapuche e inca, estos últimos recreados en la ciudad de Belén, en la provincia de Catamarca. Cada provincia tiene un modelo particular de poncho, por ejemplo, al pon

Ruta de los Artesanos en el Norte Argentino

Las provincias del norte aún mantienen sus costumbres ancestrales que podremos apreciar en su música, baile, celebraciones como así también en su gastronomía y artesanías. Con el desarrollo del turismo en la región, la artesanía ya forma parte de sus ingresos económicos y como tal se ha trazado la denominado ruta de los artesanos que conecta al visitante con la cultura y producción local. Así, tejidos en lana de alpaca, tapices multicolores, ponchos, alfombras, instrumentos musicales y tallas en piedra y madera son algunas de las artesanías elaboradas con técnicas ancestrales, que se encuentran a lo largo de la ruta.

El Castillo Naveira en Luján

Como es sabido, Lujan es un ferviente destino del turismo religioso en Buenos Aires, con su imponente Catedral, constituye uno de los principales puntos de peregrinación en el país. Pues allí mismo, en la localidad de Luján, se encuentra un bonito monumento histórico, que visto desde afuera, te va hacer recordar al Castillo de Blancanieves en Disney World. Se trata del Castillo Naveira, que data de mediados del siglo XIX.  Quizás para muchos que pasaron por allí, este castillo sea uno de los lugares más misteriosos, ya sea por su excentricidad arquitectónica o por estar prohibida la entrada al público. Breve resumen sobre su historia  Según su historia, su construcción se remonta a 1841, cuando Enrique Beschtedt compra el terreno y contrata a uno de los ocho arquitectos que trabajaron en la Basílica de Luján, el belga Ernesto Moreau para que lleve adelante la obra. Mientras tanto, el hombre y su única hija, Irene, se instalaron en una casona preexistente en la propiedad