Casi al suroeste de la provincia de Misiones se localiza un atractivo destinado al turismo arqueológico, como son las Ruinas de San Ignacio Mini, fiel exponente de una organización de la sociedad civil tan original como fue creada en esta región de Argentina, a principios del siglo XVII, por la Orden de la Compañía de Jesús.
Dentro del área que ocupa unas 10 hectáreas se hallan los restos de las construcciones declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1.984, constituidas por un templo, una plaza, cementerio y varios edificios que eran habitados por los indígenas.
En su construcción trabajaron cientos de indígenas guaraníes dirigidos por los padres jesuitas, donde se utilizó generalmente basalto y piedras de arenisca roja labradas, con el curioso procedimiento de no utilizar argamasa, sino que emplearon la técnica de yuxtaposición de piedras que fueron hábilmente colocadas, las cuales fueron traídas desde una considerable distancia.
Durante un recorrido por San Ignacio Mini los turistas suelen quedar sorprendidos por la magnitud de las ruinas, algunas de ellas muy bien conservadas, como los pilares de la iglesia, galerías adyacentes, escalinatas y balaustradas. A su vez, la puerta de la sacristía y el refectorio de los padres, se destacan por su belleza, así como por los motivos florales que lo adornan.
Pequeñas tallas, esculturas y otros elementos que fueron recuperados durante las obras de restauración, pueden ser apreciados en el Museo Jesuítico de San Ignacio Mini, ubicado en el lugar, al igual que el Centro de Interpretación Regional. imagen Carlos Adampol