A pocos kilómetros de la ciudad de Buenos Aires se ubica Tandil, ampliamente beneficiada por espacios naturales de mágica belleza, infraestructura hotelera de primera categoría, estancias donde refugiarse de todos los ruidos citadinos y entretenidos campings para quienes buscan opciones más económicas.
Más conocida por ser el lugar donde se consiguen los más ricos quesos y salamines destinados a la clásica picada argentina que precede a las carnes asadas, los historiadores aseveran que su nombre proviene de un antiguo cacique aborigen, aunque hay otras versiones que indican que en lengua mapuche o araucana significa “piedra que late”. Pujante y en pleno crecimiento, invita al turista a visitarla los 365 días del año con actividades para todas las edades y gustos.
Poseedora de la legendaria Piedra Movediza, con su clima húmedo y de bajas temperaturas en invierno, cuenta también con imperdibles cabalgatas entre las sierras, valles y arroyos, recorridos de trekking en los más destacados cerros y la posibilidad de respirar aire puro a menos de cuatro horas de Buenos Aires pero que también se conjuga con una completa actividad cultural y nocturna digna de una capital.
El Monte Calvario es una de las postales más famosas de esta ciudad, por ser el tercero en importancia a nivel mundial. Espacio dedicado al arte y la religión desde 1943, donde sorprenderse con 14 esculturas que ilustran las estaciones del Vía Crucis.
Una de las curiosidades geológicas más pintorescas de este lugar es el Cerro El Centinela, con su monumento granítico de extravagante aspecto colocado en posición vertical. Hasta allí se puede llegar en aerosilla y disfrutar en el camino de las mejores vistas de la ciudad. Una vez arriba hay espacios gastronómicos para tentarse con algún plato regional.
Otro de los sitios imperdibles para conocer en Tandil es la Reserva Natural Sierra del Tigre, unas 150 hectáreas de flora y fauna natural, con antiguas canteras, cavas y construcciones de piedra, senderos, casas y pircas pertenecientes a antiguos picapedreros.
Para la recreación el espacio ideal es el Lago del Fuerte, donde se pescan pejerreyes y hay un balneario con un complejo de piletas, parrillas, confitería y juegos infantiles. Dentro del predio, está el Mercado Artesanal para llevar algún recuerdo. Muy cerca está el Parque Soñado de los Niños y el Paseo Mapuche. Finalmente, el Paseo de los Pioneros, un espacio público con senderos vehiculares y peatonales que llevan hasta la cima de la Sierra de las Ánimas, donde es recomendable ir con un guía local.
Más conocida por ser el lugar donde se consiguen los más ricos quesos y salamines destinados a la clásica picada argentina que precede a las carnes asadas, los historiadores aseveran que su nombre proviene de un antiguo cacique aborigen, aunque hay otras versiones que indican que en lengua mapuche o araucana significa “piedra que late”. Pujante y en pleno crecimiento, invita al turista a visitarla los 365 días del año con actividades para todas las edades y gustos.
Poseedora de la legendaria Piedra Movediza, con su clima húmedo y de bajas temperaturas en invierno, cuenta también con imperdibles cabalgatas entre las sierras, valles y arroyos, recorridos de trekking en los más destacados cerros y la posibilidad de respirar aire puro a menos de cuatro horas de Buenos Aires pero que también se conjuga con una completa actividad cultural y nocturna digna de una capital.
El Monte Calvario es una de las postales más famosas de esta ciudad, por ser el tercero en importancia a nivel mundial. Espacio dedicado al arte y la religión desde 1943, donde sorprenderse con 14 esculturas que ilustran las estaciones del Vía Crucis.
Una de las curiosidades geológicas más pintorescas de este lugar es el Cerro El Centinela, con su monumento granítico de extravagante aspecto colocado en posición vertical. Hasta allí se puede llegar en aerosilla y disfrutar en el camino de las mejores vistas de la ciudad. Una vez arriba hay espacios gastronómicos para tentarse con algún plato regional.
Otro de los sitios imperdibles para conocer en Tandil es la Reserva Natural Sierra del Tigre, unas 150 hectáreas de flora y fauna natural, con antiguas canteras, cavas y construcciones de piedra, senderos, casas y pircas pertenecientes a antiguos picapedreros.
Para la recreación el espacio ideal es el Lago del Fuerte, donde se pescan pejerreyes y hay un balneario con un complejo de piletas, parrillas, confitería y juegos infantiles. Dentro del predio, está el Mercado Artesanal para llevar algún recuerdo. Muy cerca está el Parque Soñado de los Niños y el Paseo Mapuche. Finalmente, el Paseo de los Pioneros, un espacio público con senderos vehiculares y peatonales que llevan hasta la cima de la Sierra de las Ánimas, donde es recomendable ir con un guía local.