Fundada en 1622, la Estancia de Santa Catalina fue la más importante de las estancias que los jesuitas poseyeron en la provincia de Córdoba durante los siglos XVII y XVIII. Declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO dentro del conjunto de estancias jesuíticas, conserva una iglesia que es uno de los mejores ejemplos del denominado “Barroco Colonial” en Argentina, con marcada influencia de la arquitectura barroca centroeuropea.
La Estancia fue el gran centro de producción agropecuaria con miles de cabezas de ganado vacuno, ovino y mular, además del trabajo en sus telares, aparejos, la herrería, la carpintería, el batán, los molinos, el gran tajamar y su alimentación subterránea de agua que venía desde Ongamira, en las sierras a varios kilómetros de distancia.
Durante una visita y recorrido por la Estancia Jesuítica de Santa Catalina, podremos ver que conserva el Templo, un cementerio anexo, un claustro principal, el noviciado, talleres, viviendas y tajamar, la ranchería. También su importante Iglesia de una sola nave, con crucero, cúpula y una magnífica fachada barroca, donde además se destacan sus dos torres campanarios. En su interior la sacristía es ciertamente hermosa, lo mismo que su altar mayor realizado en algarrobo, con delicados detalles en su portal tallado y los dos altares laterales en estilo rococó.
En la iglesia también se conservan valiosas imágenes del Señor de la Humildad y la Paciencia y de un Cristo crucificado, imagen de vestir y talla en madera policromada respectivamente.