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Diversión en las pingüineras patagónicas

Las principales colonias argentinas de pingüinos de Magallanes se encuentran sobre las costas del Atlántico, especialmente en la provincia de Chubut. Son reservas naturales especialmente preparadas para recibir a los turistas que llegan queriendo aprender más sobre estos graciosos animales, como también a los lobos marinos, cormoranes y ballenas.


La  Costa Atlántica de la Argentina no deja de encantar al turista. Además de su mágica belleza alberga las colonias argentinas de pingüinos de Magallanes, especialmente en Punta Tombo y la Península de Valdés, en Chubut. Se trata de un recorrido por áreas protegidas que se puede hacer de manera individual o con guías. Estas personas -que se contratan en las agencias de viaje locales- brindarán al viajero la información necesaria para comprender cómo es la vida de las chaplinescas aves que no vuelan.

Cada reserva posee pasarelas especialmente diseñadas para evitar cualquier alteración del medio ambiente. En tanto, al caminar por ellas podremos apreciar desde una corta distancia a los animales y su comportamiento. Y si bien estas áreas pueden visitarse todo el año, la mejor época para hacerlo es entre septiembre y abril. Una vez que comienza el otoño, los pingüinos emigran hacia costas más cálidas como las de Brasil.

En tierras argentinas habitan al menos ocho de las 17 especies identificadas, algunas de las cuales sólo lo hacen ocasionalmente. El denominado pingüino de ojo blanco nidifica en las Islas Sándwich, Orcadas y Shewtland del Sur; el de barbijo pocas veces se aproxima a las costas patagónicas; y, el de penacho amarillo se cría en las regiones más australes.

Los pingüinos son fieles, monógamos y llegan a viajar hasta 3 mil kilómetros para aparearse y tener sus crías. En las costas del sur argentino, los pequeños animales elaboran sus nidos y en muchas ocasiones intentan ocupar el mismo lugar que la temporada anterior. Estos espacios se encuentran en cercanía del agua y bajo los arbustos, porque el terreno es allí más fácil de trabajar. El tiempo, en general, está destinado al cortejo y la posterior incubación de los huevos. Las parejas se quedan en tierra y descienden hasta el mar sólo en busca de alimentos.

Los pichones nacen durante noviembre, con una fina capa de plumas color gris. Y estos días se convierten en los más atractivos para pasear por las pingüineras. Las crías desarrollan enseguida ágiles virtudes para nadar y llegan a pesar hasta cinco kilos. Los petreles y orcas son sus principales enemigos. Sin embargo, las redes de pesca y los derrames de petróleo o combustible son desde hace años los mayores predadores.


En la antigüedad, estos mismos pingüinos eran aprovechados como alimento por las tribus aborígenes. Hoy constituyen un requerido atractivo turístico. Se trata de colonias nidificantes que dieron lugar a reservas como el Parque Nacional Monte León y Cabo Vírgenes, en la provincia de Santa Cruz; Punta Tombo, Península de Valdés y Cabo Dos Bahías, en Chubut; e, Isla Martillo, en Tierra del Fuego.

La colonia más grande

La colonia de Punta Tombo, a escasos kilómetros de la ciudad de Puerto Madryn, es el principal destino elegido para esta actividad. De acuerdo a estudios recientes, entre agosto y septiembre llegan hasta allí poblaciones de pingüinos que superan el millón de ejemplares. El área se constituye en la colonia continental más grande del país.

La excursión por la pingüinera y sus alrededores es de día completo. El acceso a la reserva natural se hace por ruta de ripio. Este espacio fue creado en la década del '60. En tanto, se convirtió en un área protegida 19 años más tarde, mediante el control de ingreso y la presencia constante de un guardafauna.

El primer lugar al que se llega es una playa de tres kilómetros de amplitud, elegida por los pingüinos de Magallanes. Si bien los animales están alertas a las visitas, no se asustan fácilmente ni abandonan sus nidos. Está prohibido tocarlos, pero la interacción llega a ser muy directa desde las pasarelas.

En esta misma reserva protegida también encontraremos gaviotas cocineras, grises o australes, skúas, cormoranes reales y de cuello negro, gaviotines, patos y ostreros.

Además de ballenas

Península de Valdés es una porción de tierra triangular, situada en las costas de la provincia de Chubut, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Un lugar donde el turismo llega habitualmente para avistar enormes cetáceos y pingüinos de Magallanes, entre otras especies de la variada fauna marina.

Este sitio está constituido por diversas áreas protegidas. Entre ellas, se encuentra el Parque Marino Provincial del Golfo San José, excelente para el buceo entre arrecifes; y, la Reserva Faunística Punta Norte, con lobos y elefantes marinos, escúas y pingüinos. En la Reserva Faunística Punta Delgada, hay otra pingüinera y elefantes marinos. Y otras de las áreas atractivas son la Lobería Puerto Pirámides; la Reserva Faunística Provincial Golfo Nuevo; y la Reserva Isla Pájaros.

Datos de interés


  • Es importante saber que en Península de Valdés el único pueblo con servicios para el turismo es Puerto Pirámides.
  • Al regreso, la mayoría de las agencias ofrecen una visita a la localidad de Gaiman. Un antiguo pueblo galés, en el que se hace una degustación de té con tortas y dulces caseros.
  • En Trelew, está el Museo Paleontológico Egidio Feruglio, uno de los más importantes de Sudamérica por los restos de dinosaurios que se exhiben.


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