Uno de los recorridos infaltables en un viaje por el sur de Argentina, es el Camino de los Siete Lagos que se extiende a lo largo de unos 110 kilómetros entre dos de las ciudades neuquinas más importantes a nivel turístico, como son Villa La Angostura y San Martín de los Andes. Allí, nos esperan paisajes de imponentes bosques, altos picos y grandes espejos de agua.
El sinuoso Camino de los Siete Lagos es de muy fácil acceso, llegando desde Chile por el Paso Cardenal Samoré es posible hacer una primera parada en Villa La Angostura, o directamente adentrarse en el característico recorrido de ripio que abrirá al visitante la posibilidad de ver algunas de las mejores postales de la Patagonia más boscosa.
La excursión puede hacerse en auto en apenas un día, y con alojamiento en alguna de las ciudades cabeceras. También para los más aventureros está la opción en bicicleta, con un poco más de tiempo y preparación.
No se requieren vehículos especializados para transitar, aunque en temporada de nieve debe ser muy alta la precaución e incluso consultar porque la ruta puede estar cerrada. De lo contrario, el viaje se lleva con calma y permite de esta forma ir apreciando el paisaje repleto de colores, el cerrado bosque por esta época más amarillento que nunca, altos picos montañosos algunos de ellos ya pintados de blanco, escondites esperando ser descubiertos y extensas playas para el relax y el aire puro.
El primero de los lagos que aparece al dejar el Nahuel Huapi, característico por el reflejo que puede verse los días menos ventosos por el encajonamiento que naturalmente provocan las montañas. Un mirador desde donde pueden sacarse extraordinarias fotografías, disfrutar de un pic nic y en caso de desearlo hasta un acampe en medio del silencioso bosque.
El siguiente lago es Espejo Chico, a unos dos kilómetros de la ruta principal. Es fácil identificarlo porque previo a la curva de desvío hay un puente y una antigua hostería actualmente en desuso. Si seguimos el recorrido se abrirá ante la vista uno de los más grandes lagos del circuito, el Lago Correntoso, repleto de bahías y playas para un nuevo descanso. La próxima parada será para apreciar el río Pichi Traful, uno de los tantos brazos del lago homónimo al que también puede accederse, y donde es posible disfrutar de un día de camping con actividades para la aventura.
Más adelante, el Lago Escondido de intensos colores y recortado por abundantes coihues milenarios. Esta zona está comprendida por unos 50 kilómetros, que si bien hoy son de ripio hay máquinas trabajando para llevar pronto el asfaltado de mayor accesibilidad, tal como presenta el resto del tramo hacia a San Martín de los Andes.
Muy cercano a la ruta verá el Lago Falkner, con una sucesión de playas de arena que arrojan un panorama diferente al de los lagos patagónicos, en su mayoría con costas más rocosas. Previamente, también el lago Villarino, unidos ambos por un estrecho río que los hermana.
El Parque Nacional Lanín se va acercando y entre las últimas paradas está la cascada Vulignanco; el Lago Hermoso, con una amplia área de servicios que actualmente ofrece al visitante bar, alojamiento y cabalgatas guiadas; las lagunas Pudú Pudú y Fría; y, casi enseguida, el Mirador del Lago Machonico.
El sinuoso Camino de los Siete Lagos es de muy fácil acceso, llegando desde Chile por el Paso Cardenal Samoré es posible hacer una primera parada en Villa La Angostura, o directamente adentrarse en el característico recorrido de ripio que abrirá al visitante la posibilidad de ver algunas de las mejores postales de la Patagonia más boscosa.
La excursión puede hacerse en auto en apenas un día, y con alojamiento en alguna de las ciudades cabeceras. También para los más aventureros está la opción en bicicleta, con un poco más de tiempo y preparación.
No se requieren vehículos especializados para transitar, aunque en temporada de nieve debe ser muy alta la precaución e incluso consultar porque la ruta puede estar cerrada. De lo contrario, el viaje se lleva con calma y permite de esta forma ir apreciando el paisaje repleto de colores, el cerrado bosque por esta época más amarillento que nunca, altos picos montañosos algunos de ellos ya pintados de blanco, escondites esperando ser descubiertos y extensas playas para el relax y el aire puro.
El primero de los lagos que aparece al dejar el Nahuel Huapi, característico por el reflejo que puede verse los días menos ventosos por el encajonamiento que naturalmente provocan las montañas. Un mirador desde donde pueden sacarse extraordinarias fotografías, disfrutar de un pic nic y en caso de desearlo hasta un acampe en medio del silencioso bosque.
El siguiente lago es Espejo Chico, a unos dos kilómetros de la ruta principal. Es fácil identificarlo porque previo a la curva de desvío hay un puente y una antigua hostería actualmente en desuso. Si seguimos el recorrido se abrirá ante la vista uno de los más grandes lagos del circuito, el Lago Correntoso, repleto de bahías y playas para un nuevo descanso. La próxima parada será para apreciar el río Pichi Traful, uno de los tantos brazos del lago homónimo al que también puede accederse, y donde es posible disfrutar de un día de camping con actividades para la aventura.
Más adelante, el Lago Escondido de intensos colores y recortado por abundantes coihues milenarios. Esta zona está comprendida por unos 50 kilómetros, que si bien hoy son de ripio hay máquinas trabajando para llevar pronto el asfaltado de mayor accesibilidad, tal como presenta el resto del tramo hacia a San Martín de los Andes.
Muy cercano a la ruta verá el Lago Falkner, con una sucesión de playas de arena que arrojan un panorama diferente al de los lagos patagónicos, en su mayoría con costas más rocosas. Previamente, también el lago Villarino, unidos ambos por un estrecho río que los hermana.
El Parque Nacional Lanín se va acercando y entre las últimas paradas está la cascada Vulignanco; el Lago Hermoso, con una amplia área de servicios que actualmente ofrece al visitante bar, alojamiento y cabalgatas guiadas; las lagunas Pudú Pudú y Fría; y, casi enseguida, el Mirador del Lago Machonico.