Emplazado en pleno Valle de Punilla, el Castillo de Mandl se alza como un testigo vivo de la historia de la región, el mismo que supo cautivar a la aristocracia a partir de la década del 40. Su exquisita arquitectura y el maravilloso paisaje que lo rodea, hacen de este lugar un rincón privilegiado para el descanso.
El Castillo de Mandl fue construido como residencia de verano por Bartolomé Vasallo, médico rosarino. En esa época el edificio era conocido como el fuerte, por sus torres y almenas. Años más tarde, la construcción pasó a manos del aristócrata austríaco Fritz Mandl, quien había desembarcado en Argentina.
Dueño de un espíritu de vanguardia, Mandl realizó en el edificio una remodelación plena de modernismo para esa época. Así, fueron eliminados los elementos que lo caracterizaban como una fortaleza más que como una residencia, logrando un estilo muy particular y de avanzada para los años 40. A partir de entonces fue elegido por numerosas personalidades europeas, nobles, políticos y militares que pasaron temporadas disfrutando de la residencia y del bellísimo paisaje serrano de Córdoba.
Luego de la muerte de Fritz Mandl en Viena, en 1977, el Castillo permaneció cerrado por mucho tiempo, hasta que comenzó su restauración con el fin de devolverle a cada uno de sus ambientes el esplendor de aquellos años, cuidando cada detalle de su época de esplendor. Transformándose así desde diciembre de 2006, en una exquisita residencia donde los viajeros pueden disfrutar del encanto de El Castillo de Mandl a través de su espléndida arquitectura, y de la calidez de sus ambientes. Además, del maravilloso entorno natural.
El Castillo de Mandl cuenta con 13 suites categorizadas como Junior, Senior y Premium. Una excelente gastronomía donde los huéspedes pueden degustar de platos regionales y cocina mediterránea. En cuanto a actividades el establecimiento ofrece practicar trekking, cabalgatas, bicicleta, parapente, entre otras.